domingo, 3 de septiembre de 2017

CANCER Y EMBARAZO


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CÁNCER Y EMBARAZO

Se estima que las neoplasias  ginecológicas complican aproximadamente 1 de cada 1 000 embarazos y se espera que este número aumente debido a que cada vez más las mujeres retrasan la gestación a edades más tardías de su vida reproductiva y la edad materna es el predictor más potente del riesgo de cáncer.

Debido a que la asociación entre embarazo y neoplasia ginecológica maligna es inusual, por lo que la experiencia personal de los clínicos es limitada.
Por lo general, el cáncer debe ser tratado a pesar del embarazo, no se debe continuar el embarazo a expensas del cáncer. Más aún, existe el riesgo teórico que una neoplasia maligna descubierta al inicio del embarazo puede progresar si se espera hasta la madurez fetal.
Las neoplasias ginecológicas más comunes asociadas al embarazo son el cáncer de cuello uterino, de ovario, de mama, de endometrio, de vulva y coriocarcinoma.

En general, las neoplasias ginecológicas que complican el embarazo son raras. Una vez que se confirma el diagnóstico, existe el conflicto entre el tratamiento materno óptimo y el bienestar fetal. En las mayorías de las instancias el cáncer es tratado como si la paciente no estuviese embarazada. La cirugía es el método preferido en varios tipos específicos de cáncer. El cuidado individualizado determina el tiempo y la forma del parto.
A las mujeres con control de la enfermedad y que culminaron el tratamiento hace dos años o más, no se les niega la posibilidad de un embarazo. No existe evidencia de incremento de un segundo cáncer, no está demostrado riesgo en la descendencia. La fertilidad puede estar alterada luego del tratamiento de un cáncer. El médico tiene la responsabilidad de asegurar una calidad de vida según el estadío de la enfermedad antes de aceptar un  nuevo embarazo.

CÁNCER DE CUELLO UTERINO:

Resultado de imagen para cancer de cervix  y embarazoEl carcinoma de cuello uterino es la neoplasia ginecológica más comúnmente diagnosticada en el embarazo
El momento adecuado para la evaluación del cuello uterino es el embarazo, pues más del 55 % de las pacientes con cáncer de cuello uterino durante ese periodo son asintomáticas, el sangrado genital es generalmente sugestivo de patología obstétrica y el diagnóstico suele retrasarse. Esto puede evitarse con un examen ginecológico rutinario con visualización del cuello uterino.

Una citología anormal en el embarazo debe ser seguida por una evaluación colposcópica; en ella se pueden observar modificaciones fisiológicas normales del embarazo como: la fase dinámica de la metaplasia, aumento de la vascularización y cambios deciduales puede hacer que su diferenciación con cambios neoplásicos sea difícil por lo que se necesita un alto grado experiencia y práctica. La colposcopia sola sin la realización de la biopsia dirigida puede conllevar el riesgo relativo de subestimar la severidad de las lesiones.

La posibilidad que una lesión de alto grado progrese a cáncer invasivo durante
el embarazo es extremadamente baja, mientras que el tratamiento de estas lesiones está asociado con un incremento en el riesgo de las complicaciones y persistencia de la enfermedad hemorragia después de la realización de la biopsia dirigida por colposcopia durante el embarazo; por lo tanto, se debe realizar una biopsia dirigida en todas las embarazadas si se detecta alguna anormalidad en la colposcopia;i la biopsia reporta hallazgos histológicos normales, la re-evaluación debe realizarse a las 8 semanas después del parto. Si la biopsia revela la presencia de una LIE, es recomendable repetir la citología y la colposcopia cada 6-8 semanas para evaluar la progresión realizando biopsias dirigidas por colposcopia en cada ocasión.

Una vez diagnosticado, el cáncer invasivo de cuello uterino debe ser estatificado en forma clínica para elegir el tratamiento  definir el pronóstico de la paciente.
El manejo del cáncer invasivo de cuello uterino depende de: edad gestacional, al momento del diagnóstico, estadio de la enfermedad, creencias de la madre sobre la culminación del embarazo y deseo de descendencia; debido a que las opciones terapéuticas son incompatibles con la continuación del embarazo, es un hecho crítico lograr la madurez fetal sin comprometer el pronóstico materno

La selección del tratamiento de cáncer cervical no invasivo no es diferente al de la mujer no embarazada, depende de la profundidad y extensión de la lesión. Aunque la radioterapia es sugerida por algunos autores, la histerectomía radical y la linfadenectomía pélvica son las técnicas quirúrgicas preferidas en los estados IB y IIA. Antes de las 20 semanas, la cirugía radical debe ser realizada con el feto in útero. Entre las 20 y las 32 semanas de gestación, dependiendo de los cuidados perinatales de cada centro y con la aprobación de la paciente, el tratamiento puede retrasarse hasta que el feto tenga la mejor oportunidad de supervivencia. Tal retraso (de 11 a 17 semanas) no tiene efectos adversos sobre el pronóstico fetal.
Una vez que el feto alcanza la madurez suficiente, puede ser extraído por la técnica clásica de la cesárea antes de realizar la histerectomía radical. Las cirugías sobre el segmento inferior y el cuello uterino deben evitarse durante el parto.

En estadios más avanzados (IIB, III y IV), la radioterapia es el tratamiento de elección; esta durante el primer trimestre generalmente induce el aborto espontáneo después del uso de dosis promedio de 34 a 40 Gy (35,36). Si se toma la decisión de tratar antes de las 20 semanas, se recomienda la evacuación uterina antes de la radioterapia para evitar la retención del embrión o el feto durante las radiaciones.
La quimioterapia también es un tratamiento de elección, los potenciales efectos adversos durante el segundo y tercer trimestre incluyen restricción del crecimiento intrauterino del feto, supresión del sistema hematopoyético y carcinogénesis potencial. Por lo tanto, puede ser importante esperar la viabilidad fetal e iniciar el tratamiento después del parto.

Se ha reportado que el parto vaginal es un factor pronóstico adverso significativo para la recurrencia de la enfermedad y la baja tasa de supervivencia, ya que conlleva el riesgo de diseminación de células malignas en los vasos linfáticos y sanguíneos. También existen potenciales problemas de hemorragia, sepsis y laceración del cuello uterino.
El pronóstico de las embarazadas con esta enfermedad es similar a aquellas mujeres no embarazadas.

CÁNCER DE MAMA:

Resultado de imagen para cancer de mama y embarazoEl cáncer de mama es raro en las mujeres menores de 35 años, por lo tanto la aparición de estas neoplasias malignas durante el embarazo es poco usual, variando de 2 % a 3,8 %. Se considera cáncer de mama y embarazo aquel que se diagnostica durante el mismo o en el año siguiente al parto.
Es obligatorio el examen de las mamas en la primera visita de control prenatal, ya que 1 %-2 % de las pacientes con cáncer de mama están embarazadas al momento del diagnóstico. Las hormonas desempeñan un papel fundamental en la etiología del cáncer de mama; se plantea que la exposición a altos niveles hormonales, como ocurre en el embarazo, puede afectar al tejido mamario y aumentar el riesgo de malignidad. Durante esta etapa en la vida de la mujer el riesgo de estimulación y crecimiento de un tumor está incrementado como consecuencia del medio hormonal: estrógenos,                                                                                                     progesterona.

Está establecido que en las mujeres con un primer embarazo en edad temprana el riesgo de cáncer de mama disminuye, pero no hay consenso en cuanto a los embarazos ulteriores. En las mujeres de mayor edad hay un gran aumento del riesgo en el momento de su primer embarazo, puede suponerse que es una consecuencia de que el parénquima mamario estuvo expuesto a estimulación carcinogénica durante un tiempo prolongado antes de ese embarazo.

El diagnóstico puede ser realizado usando la aspiración con aguja gruesa, con aguja fina o la biopsia excisional con anestesia local. El estado hiperproliferativo de las células mamarias durante el embarazo puede llevar a malas interpretaciones. Además, con la aspiración con aguja fina se corre el riesgo de no poder realizar la biopsia de la tumoración.
El retraso del diagnóstico es el principal factor para el mal pronóstico del cáncer de mamas asociado al embarazo, más aún para el cáncer de mama inflamatorio, el cual tienen un mal pronóstico y es el más observado durante el embarazo.

La interrupción del embarazo no tiene efectos benéficos sobre el pronóstico del cáncer de mama y generalmente no es una opción terapéutica, a menos que el embarazo limite en forma significativa el uso de quimio y radioterapia.

El tratamiento del cáncer de mama asociado con la gestación debe seguir los mismos criterios que en el resto de las mujeres con cáncer de mama y para tratar estas pacientes de forma adecuada es necesario un diagnóstico y estadiamiento correctos.

Con la protección adecuada, la mamografía produce poco riesgo de exposición a radiaciones en el feto Sin embargo, el incremento de la densidad de las mamas en el embarazo y la lactancia generalmente oculta los signos radiológicos de la enfermedad, haciendo a la mamografía durante el embarazo de valor cuestionable.

Las radiaciones ionizantes representan un riesgo potencial al feto. Las consecuencias de la exposición prenatal a la radiación dependen de la dosis, su distribución y la edad gestacional en el momento de la exposición. Durante la organogénesis (hasta las 8 semanas) puede llevar al embrión a la muerte y el feto es más sensible a las malformaciones inducidas por radiaciones, las cuales pueden ocurrir con exposición a más de 0,05 Gy. Cuando tiene entre 8-15 semanas con un umbral entre 0,06-0,31 Gy, existe riesgo de retraso mental severo, microcefalia y crecimiento intrauterino retardado, entre 16-25 semanas el riesgo ocurre a 0,28 Gy. Se ha estimado que la tomografía computarizada (TAC) para examinar el hígado y la pelvis puede exponer al feto a dosis medias de 0,0036 y 0,089 Gy, respectivamente. Por consiguiente, la TAC normalmente debe ser evitada.

Las imágenes con resonancia magnética probablemente también sean menos sensitivas debido al incremento del flujo sanguíneo a las mamas. Existe un riesgo potencial para el feto debido al calentamiento y también al uso de gadolinio, debido a que atraviesa la placenta y ha demostrado ser teratogénico.

En las etapas tempranas de la enfermedad (estadios I y II) la mastectomía radical modificada es el tratamiento de elección pero se debe tener en cuenta los efectos dañinos de las radiaciones adyuvantes sobre el feto aún a dosis terapéuticas. La cirugía conservadora de mama no es recomendada debido a que se ha observado incremento en las recurrencias locales. Cuando la paciente opta por la conservación de la mama en el primer o segundo trimestre, se debe considerar la interrupción del embarazo para que se pueda iniciar la quimio/radioterapia en dosis óptimas.
El tratamiento preferido para una mujer diagnosticada con cáncer de mama local avanzado o con nódulos positivos durante el embarazo es quimioterapia después del primer trimestre, seguido por cirugía, usualmente después del parto. La radioterapia típicamente no se usa hasta el puerperio. La quimioterapia usada es una combinación estándar de 5-fluorouracil, doxorrubicina (Adriamicina) y ciclofosfamida (FAC). De la misma manera y las mismas dosis que a una mujer no embarazada.

Al final del embarazo el manejo debe ser individualizado, la mastectomía parcial podría ser un tratamiento quirúrgico razonable.
La prolongación del embarazo no produce ninguna amenaza sobre el feto, debido a que el riesgo del paso de células cancerígenas es mínimo.
Cuando el cáncer de mama se descubre en el puerperio, se debe suprimir la lactancia para disminuir el tamaño y la vascularización de la mama y se debe realizar el tratamiento definitivo. Por lo general, las mujeres que reciben quimioterapia no deben amamantar.

CUIDADOS DE ENFERMERÍA:

  • Brindar acompañamiento espiritual y aliento a la gestante, durante el proceso de la enfermedad y su respectivo tratamiento.
  • Concientizar a la gestante sobre los riesgos y consecuencias que conlleva la enfermedad y encaminarla al tratamiento más adecuado.
  • Vincular a la familia y/o personas que la mujer crea sentimentalmente importantes, para que le brinden acompañamiento permanente a la gestante y no se sienta sola.
  • Asesorar a la gestante y la familia sobre la adecuada alimentación para el recién nacido, ya que este no pude recibir lactancia materna

BIBLIOGRAFÍA:
  •  Revista Obstétrica y Ginecológica - Venez 2012;72(2):123-132- Neoplasias Ginecológicas malignas y embarazo - Drs. Joel Santos Bolívar, Eduardo Reyna-Villasmil, Duly Torres-Cepeda
  •  Revista Cubana Obstetricia Ginecología 2007; 33(3) - Hospital Clínico Quirúrgico "Hermanos Ameijeiras" Cáncer de mama y embarazo - Dr. Roberto Rodríguez López, Dr. Jorge L. Soriano García y Dr.Orlando Díaz Mitjans.
  •      Clin Invest Gin Obst. 2006;33(3):80-92 - Cáncer y gestación -J. Monleón, L. Goberna y F.J. Monleón



1 comentario:

  1. Tener en cuenta que demasiado texto puede resultar poco interesante para el lector, definir o extraer conceptos claves y utilizar más vídeos, imágenes impactantes que logran captar el interés y definir la esencia de la temática.

    Se resalta enfocar e incluir en las temáticas el abordaje del cuidado de Enfermería clave para abordar el puerperio de alto riesgo.

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